El Este congoleño vive una rutina de salvajes matanzas que casi ni asoman más allá de las informaciones locales. Las gentes que habitan estas provincias y territorios no tienen contemplaciones a la hora de huir ante cualquier presencia de hombres armados; primero es salvar el pellejo, luego hacerse preguntas... como si podrán volver a sus hogares. Habitualmente no suele haber duda de los autores. Se "llevan la palma" la milicia musulmana ugandesa de las ADF (Fuerzas Democráticas Aliadas) y los rebeldes de etnia lendu de CODECO, que habitualmente llevan su terror a la provincia de Ituri y al territorio de Lubero, en la de Kivu Norte. Es su principal medio para conseguir sus objetivos aterrorizar a la población y vengarse en ella de las ofensivas del Ejército.
Pero el M-23, brazo armado de Ruanda en la República Democrática del Congo (RDC), apoyado con frecuencia por el propio Ejército ruandés (FDR) no práctica ese tipo de terrorismo. Según su publicidad, busca liberar al pueblo congoleño de la tiranía criminal del presidente Tshisekedi y sus aliados de Kinshasa. No va contra el pueblo -y el pueblo le quiere, suelen vender en sus vídeos- pero es despiadado con todo aquel que se le opone. Lo fue en la toma de Goma, con decenas o cientos de ejecuciones en la calle contra quien se le enfrentaba, secuestrando soldados heridos en los hospitales de Goma posteriormente, persiguiendo a diario cruelmente a los miembros de milicias hutus como las FDLR, ejecutando a todo sospechoso de colaborar con sus enemigos. Esta pequeña introducción es fundamental para pasar a los hechos.
PRIMERAS NOTICIAS
La primera noticia que leímos sobre esta masacre procedía del propio Ejército congoleño y esto implica -como con cualquier información de uno de los bandos que acusa de barbaridades al otro- poner la información a un lado y buscar otro tipo de fuentes que lo corroboren. El 14 de julio, sautiyawahamiaji.net publicaba:
Una nueva y sangrienta tragedia ocurrió en el agrupamiento de Binza, en el territorio de Rutshuru(Kivu del Norte),donde aproximadamente 84 personas, principalmente agricultores, fueron masacradas en Kiseguro, localidad situada a 17 km de Kiwanja, cerca del Parque Nacional de Virunga y la frontera con Uganda, en Ishasha. Entre las víctimas, se han identificado 42 mujeres.
Aunque se citaba que algunas fuentes señalaban a "las fuerzas rebeldes que ocupan la región como los principales sospechosos", esta información se limitaba a recordar que los terribles hechos habían ocurrido en territorio controlado por el M-23.
Al día siguiente era el medio La Prunelle el que contaba lo siguiente:
La población de la zona urbana de Kiseguro, en el agrupamiento de Binza, territorio de Rutshuru (Kivu del Norte), está de luto tras la masacre de varios civiles perpetrada el sábado 12 de julio de 2025 en los campos de la periferia de esta zona. Rebeldes del M23-AFC, apoyados por el ejército ruandés, están acusados de ser los autores de este crimen.
Según diversas fuentes, el número de muertos se estima en casi 100, y algunos informes incluso lo sitúan en más de 100. Las víctimas, en su mayoría agricultores, fueron atacadas mientras trabajaban en sus campos o regresaban a sus hogares.
A estas informaciones siguió un cierto vacío, tan habitual en la información que corre por la RDC incluso en cuestiones tan graves como ésta.
VUELVE A SONAR LA NOTICIA Y LA PROPIA ONU LA AVALA
Es bueno recordar que el 19 de julio se había firmado un acuerdo de principios en Doha entre el gobierno congoleño y el M-23 que incluía un alto el fuego inmediato y un próximo acuerdo de paz.
El último día de julio la periodista Sonia Rolley, del prestigioso medio Reuters, publicaba, casi como una filtración de la ONU, que el M-23 había asesinado a 169 civiles durante el mes de julio
El relato del organismo de derechos humanos de la ONU no se había publicado anteriormente y surgió mientras la administración del presidente estadounidense Donald Trump impulsa la paz entre el Congo y Ruanda
citaba la periodista.
Reuters reconocía que no podía confirmar de manera independiente esos asesinatos mientras que la Oficina Conjunta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (UNJHRO) señalaba que los crímenes habían comenzado el 9 de julio en el territorio de Rutshuru (provincia de Kivu Norte). Las víctimas era mayormente agricultores de la etnia hutu que acampaban cerca de sus campos aunque la operación del M-23 iba dirigida contra la milicia hutu de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR), uno de sus peores enemigos.
Soprendentemente el M-23 no lo negaba y su presidente, Bretrand Bisimwa declaraba:
Creemos que antes de imponer sanciones hay que establecer primero los hechos verificando su existencia real mediante una investigación. Esta prisa por publicar información no verificada es propaganda cuyo propósito sólo conoce la UNJHRO.
El 3 de agosto el diputado por la provincia de Ituri, Gratien Iracan, traía nuevas y peores noticias en su cuenta de X sobre lo ocurrido a mediados de julio en la agrupación de Binza. Basándose en diversas fuentes "concordantes", hablaba de una masacre mucho mayor que podía superar las doscientas víctimas. De nuevo no se señalaba un responsable concreto aunque se aclaraba que ni el Ejército ni el gobierno congoleño tenían control sobre la zona, por mucho que fuera su responsabilidad aclarar lo ocurrido.
Solo unos días después, tanto medios nacionales -Radio Okapi, Tazama- como foráneos -la Agencia Reuters, que citaba como fuente al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos- iban concretando lo ocurrido: más de trescientas personas asesinadas (319) y un culpable, el M-23.
UNA INFORMACIÓN PERIODÍSTICA QUE PUEDE ACLARAR MUCHAS COSAS
El 12 de agosto el periodista Daniel Michombero, en un largo tuit daba diversas informaciones que podían aclarar desde las diferentes versiones sobre el número de víctimas hasta los hechos reales. Según este periodista, el 16 de junio el M-23 había anunciado en una reunión pública en Kiseguro -una de las poblaciones afectadas por los asesinatos- el inicio de una campaña contra las FDLR. Según una fuente del propio M-23 consultada por este periodista, los agricultores habían sido atacados al ser confundidos con milicianos de las FDLR, dentro de sus operaciones contra este grupo armado y Nyatura, otra milicia hutu. La fuente también especificaba que estos milicianos "viajan vestidos de civil, armados y se mezclan con los agricultores en los campos, lo que dificulta su identificación durante las operaciones militares".
9 y 10 de julio de 2025: Combatientes del M23, procedentes de diversas direcciones, rodean los campos de cultivo en torno a las aldeas atacadas. Los habitantes, en su mayoría agricultores que llegaron de otras partes de la provincia debido a la fertilidad de la tierra, se ven atrapados en un plan estratégico establecido por los atacantes.
concluía.
Más aún de la cifra de 319 personas muertas, Daniel Michombero incorporaba a la suma 41 asesinatos más ocurridos entre el 30 de julio y 8 de agosto, destacando la villa de Nyamilima, con 25.
DESMENTIDOS Y NUEVAS INFORMACIONES
Finalmente el M-23, por boca de su portavoz, Lawrence Kanyuka -que no ha respondido a nuestras preguntas- dejaba todo en "acusaciones no verificadas y con motivaciones políticas contra la AFC/M23 por parte de la UNJHRO y la ACNUDH" y su presidente Bretrand Bisimwa acusaba a los denunciantes de comprometer la credibilidad de la ONU con hechos que no habían ocurrido.
El medio African Facts -que algunos incluyen en el "Ejército digital de Ruanda", que realiza propaganda ruandesa en las redes sociales... y que tampoco contestó a nuestras preguntas- criticaba el rigor de las organismos de la ONU que habían realizado la denuncia.
La Oficina Conjunta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas basa sus acusaciones de crímenes de guerra en testimonios directos anónimos, sin proporcionar más información sobre la situación y la posición de los autores.
¿Cómo fue que el número de 169 víctimas, que aparecía en el artículo de Reuters del 31 de julio, casi se duplicó en cinco días hasta alcanzar las 319 muertes el 6 de agosto?
Afirmaba y se preguntaba, señalando a propagandistas de la milicia hutu Coalición Nyatura de Movimientos por el Cambio como autores de la base de todas las informaciones.
Pero cerrando ya este artículo aparecían dos nuevas investigaciones de organizaciones tan prestigiosas como Amnistía Internacional y HRW.
Aministía publicaba su informe "Dijeron que moriríamos, abusos del M-23 y wazalendo en el Congo Oriental" donde repartía responsabilidades entre los dos bandos respecto a la violencia de los últimos meses y las brutalidades sufridas por la población civil. Pero era HRW la que informaba más concretamente sobre los asesinatos de civiles hutus por parte del M-23.
Entre el 10 y el 30 de julio, combatientes del M23 ejecutaron sumariamente a residentes locales y agricultores, incluyendo mujeres y niños, en sus aldeas, campos y cerca del río Rutshuru, en el grupo Binza del territorio de Rutshuru, provincia de Kivu del Norte
citaba en su informe del 20 de agosto que se concretaba en estas líneas:
El grupo armado M23, controlado por Ruanda , ejecutó sumariamente a más de 140 civiles, en su mayoría hutus, en al menos 14 aldeas y pequeñas comunidades agrícolas en julio de 2025, cerca del Parque Nacional de Virunga, en el este de la República Democrática del Congo Informes fidedignos sugieren que el número de personas asesinadas en el territorio de Rutshuru desde julio podría superar las 300, lo que representa una de las peores atrocidades cometidas por el M23 desde su resurgimiento a finales de 2021.
Introducía así una nueva versión en cuanto a la cifra de víctimas, que incluía en una ofensiva de los rebeldes apoyados por Ruanda contra las FDLR, añadiendo al Ejército ruandés como co-autor de estos crímenes.
ALGUNOS PASOS HACIA LA VERDAD
Mientras no deja de sorprender que el M-23 llevara a cabo estos crímenes antes, durante y después de la firma del acuerdo de principios de Doha con el gobierno congoleño para conseguir la paz o que la ONU no publicara estas informaciones hasta después de firmado el acuerdo, parece no haber duda, y se señala desde diferentes investigaciones, que el M-23 ha causado un número indeterminado de víctimas entre la población en su ofensiva contra las FDLR y que la milicia apoyada por Ruanda no ha pretendido en ningún momento aclarar lo ocurrido, pese al momento, como decíamos, en que se han producido estos crímenes.
Crímenes que, por cierto, podrían seguir cometiéndose pues casi en el último momento de escribir este artículo, 20 de agosto, llegaban nuevas noticias de un ataque del M-23, de nuevo con el argumento de su ofensiva contra la FDLR -aunque se negaba su presencia en la zona por parte de sus habitantes- en Kahumiro, cerca del Parque de Virunga. Allí los milicianos tutsis se habrían enfrentado a wazalendos y presuntos miembros de las FDLR, con un saldo de una decena de civiles muertos durante los combates.
Lo que está ocurriendo, ¿son operaciones contra las FDLR del M-23, llevándose por delante a todo sospechoso de pertenecer, apoyar o encubrir a esta milicia, sin hacer -como no hace- prisioneros y ejecutando de manera sumaria, como hizo durante la toma de Goma, a todo aquel que se le opone? o ¿es una operación de castigo en zonas con presencia de las FDLR para aterrorizar a sus habitantes y quitarle cualquier apoyo popular a la milicia hutu, especialmente de personas de su etnia, lo que explicaría el asesinato de mujeres y niños?
Esperemos que esta vez el tiempo, y no pasando mucho, pueda aclarar un episodio más de inhumanidad de este grupo armado y de sufrimiento desmedido del pueblo congoleño.
@CongoActual
No hay comentarios:
Publicar un comentario