lunes, 23 de enero de 2023

Matanza de Kishishe: un crimen que se está olvidando sin haberse aclarado

La muerte es algo cotidiano en la República Democrática del Congo (RDC) y los congoleños y congoleñas conviven a diario con ella. A una masacre sucede otra y muchas veces se olvidan sin saber muy bien quienes fueron los autores ni siquiera cuántas fueron las víctimas. Eso parece estar ocurriendo ahora con una de las mayores matanzas de los últimos meses, la ocurrida en Kishishe y Bambo, en la provincia de Kivu Norte, dentro de los enfrentamientos entre el Ejército congoleño -apoyado, de hecho, por otros grupos armados irregulares- y el M-23, grupo armado de tutsis congoleños, indudablemente apoyado por Ruanda, que había invadido territorio de la RDC hacía meses. Que hayamos dejado pasar tiempo esperando nuevas informaciones no ha aclarado este crimen ocurrido a finales de noviembre.

Situémonos brevemente en el teatro de operaciones: tras el intento por parte del Ejército congoleño de desalojar a la milicia del Movimiento 23 de Marzo (M-23) de la ciudad de Bunagana y otras posiciones ocupadas por los rebeldes desde hace meses, éstos reaccionan con una contraofensiva que barre al ejército regular y lleva a los rebeldes a las puertas de la populosa ciudad de Goma. La situación provoca una mini-cumbre internacional que se celebra en Luanda (Angola) y que reúne a países de la zona -no así al M-23. Se solicita un alto el fuego por todas las partes para las seis de la tarde del viernes 25 de noviembre de 2022.

LOS HECHOS

El mismo día en que se celebraba esta mini-cumbre, 23 de noviembre, en su avance, el M-23 tomó la población de Kishishe, en la provincia de Kivu Norte y a unos 70 kms. de la capital, Goma. El Ejército congoleño apenas plantó cara a los rebeldes y tras unos pocos minutos de tiroteos, los soldados congoleños huyeron.

El 24 de noviembre, siguiendo su activa política de buenas relaciones con la población de los territorios que ocupa, el M-23 se presentó a los habitantes de Kishishe para, posteriormente, abandonar el lugar y perseguir en los alrededores a milicianos de las FDLR, un grupo hutu heredero de los genocidas ruandeses de 1994 que huyeron al Congo -entonces Zaire- tras la toma de poder de los tutsis en Ruanda tras el genocidio.

Precisamente algunos elementos hutus llegaron a Kishishe el día 27 de noviembre, aunque pronto lo abandonaron. Los que sí llegaron con intención de quedarse fueron milicianos mai-mai -grupos locales de autodefensa, ahora enfrentados al M-23. Estos mai-mai también acabaron por marcharse ante la presión del M-23.

A PARTIR DE AQUÍ SE SEPARAN LAS VERSIONES

La versión más admitida, y certificada por la propia ONU, sería que el M-23, asesinó a decenas de habitantes de la población en represalia, al haber sido atacados y haber sufrido numerosas bajas. Según la investigación realizada por la misión de la ONU en la RDC (MONUSCO) y la Oficina Conjunta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (UNJHRO), 131 personas (102 hombres, 17 mujeres y 12 niños) fueron asesinadas y 60 más secuestradas “durante actos de represalia contra la población civil perpetrados los días 29 y 30 de noviembre, en Kishishe y Bambo”, dentro de una campaña de asesinatos, violaciones y secuestros en las poblaciones de Kishishe y Bambo donde, tras ocuparlas, los rebeldes del M-23 habrían impedido huir a sus habitantes, tras lo que habrían entrado por la fuerza en las viviendas, disparando contra sus ocupantes, para después saquearlas y quemarlas. Los propios rebeldes, según esta investigación, habrían enterrado los cuerpos de los masacrados, aunque otras versiones hablan de que obligaron a los supervivientes a realizar los enterramientos.

Un testimonio de un testigo, en este caso recogido por el medio francés RFI, coincidía con la dinámica de la matanza: "No vinieron a la casa en la que me escondía. Pero derribaron las puertas de las casas para ver si alguien se escondía adentro. Estaban buscando a los hombres y persiguiéndolos. Cuando salí de mi escondite, vi amigos que habían sido rematados. Por ejemplo, a la enfermera del centro de salud, le habían disparado tres veces".

Otros testimonios también recogidos por RFI contaban cómo los rebeldes del M-23 seleccionaron a los hombres y los asesinaron mientras varias mujeres -más de veinte según la investigación de la ONU- fueron violadas por los milicianos.

No obstante, la investigación de la ONU deja que desear al no haber sido realizada en el lugar de los hechos, ocupado por el M-23, y ante el riesgo que podía suponer para los testigos declarar mientras sus vidas dependían de los rebeldes. Los resultados obtenidos se basan en entrevistas realizadas a a 52 víctimas y testigos que huyeron a Rwindi, a 9 kms. de Kishishe. También fue realizada en poco tiempo, a la espera de poder proseguirla en la propia Kishishe, lo que, según los investigadores "podría cambiar los resultados". 

La versión del gobierno congoleño coincide en señalar a los rebeldes del M-23 como autores de la matanza pero difiere, y mucho, en el número de víctimas mortales. Desde los 50 muertos de los que informaron en los primeros momentos, elevaron la cifra poco después a 120, y en días sucesivos hasta 272 y 300, finalmente.

Una fuente médica a la que entrevistó la agencia AFP cifraba, detalladamente, en 117 personas muertas, destacando la iglesia adventista de Kishishe, donde habrían sido asesinadas 64.

En cuanto a la autoría, un funcionario electo de la zona, decía, también a la Agencia France Press: “En el pueblo estaban Mai-Mai, FDLR, M23, es difícil saber quién es el autor de estos asesinatos” y reprochaba a los mai-mai que hubieran combatido contra el M-23 en una zona habitada. 

En relación al riesgo para la población civil de que grupos irregulares ataquen a los rebeldes de Movimiento 23 de Marzo en pueblos y aldeas, el pasado 8 de enero leíamos las declaraciones de un habitante de Kisharo, población del territorio de Rutshuru donde actúa el M-23, ante la presencia cerca de su pueblo de elementos mai-mai: "Tememos que lo que pasó con Kishishe esté pasando aquí. Si estos elementos atacan a los rebeldes del M23, los rebeldes aún se vengarán de los civiles".

Otro residente, que AFP entrevistó por teléfono, aseguraba haber visto seis fosas comunes, cuatro de ellas en la Iglesia Adventista y explicaba: “Al no poder tomar la aldea, los Mai-Mai huyeron. Los rebeldes (del M-23) empezaron a matar todo lo que veían".

En cuanto a la versión del M-23 es, por supuesto, completamente distinta a todo lo relatado hasta ahora. Además de criticar el alineamiento de la ONU con las tesis del gobierno congoleño, el portavoz político del movimiento, Lawrence Kanyuka, denunciaba que la investigación no se hubiera realizado sobre el terreno y pidió una investigación independiente. Los rebeldes únicamente reconocían ocho muertes en Kishishe, consecuencia de "balas perdidas" durante los enfrentamientos.

Si bien los rebeldes se ofrecieron a que se investigara directamente sobre el terreno que controlan, organizaron su propia campaña mediática, trasladando a la población a tres periodistas, supuestamente de Al-Jazeera -algo que la propia cadena negó. Los rebeldes instruyeron previamente a la población sobre lo que debían contestar en las entrevistas y éstas se realizaron en presencia de hombres armados, pese a lo que algunos familiares de víctimas de la matanza señalaron al M-23 como responsable, con grave riesgo para sus vidas.

El, según todos los indicios y señalamientos internacionales, patrocinador del M-23, el régimen ruandés de Paul Kagame también exculpaba a los rebeldes tutsi de la matanza, que achacaba simplemente al resultado de los combate entre el Movimiento 23 de marzo y grupos armados congoleños, acusando al gobierno congoleño de habérsela inventado y haberla difundido "sin que ninguna entidad creíble investigara los hechos". 

LAS VÍCTIMAS, LO ÚNICO INDUDABLE DE ESTA MATANZA

Lo que nadie puede rebatir es que la población civil de la zona, una vez más, sufrió las peores consecuencias y que, además de las víctimas mortales y heridas, muchas personas huyeron con lo puesto, recorriendo, en algunos casos, decenas de kilómetros, caminando durante días, para llegar a campamentos donde carecen de casi todo. Muchas de ellas eran, a su vez, personas desplazadas que habían llegado a Kishishe huyendo de la violencia generada por la invasión de territorio congoleño por los rebeldes del M-23, como decenas de miles más desde que empezó el conflicto.

A diferencia de otros hechos terribles que suceden en la RDC, que pasan absolutamente desapercibidos más allá de sus fronteras, la matanza de Kishishe sí tuvo cierta repercusión internacional y recibió todo tipo de condenas y atención durante varios días. Pero, como decimos, desde hace semanas va cayendo en el olvido, dejando muchas preguntas sin responder y, como tantas veces antes, sin castigo alguno para los responsables de este crimen.

Por ello hemos querido dejar constancia de los hechos comprobados y las diferentes versiones de esta matanza antes de que el fino polvo de la desmemoria entierre uno de los crímenes más recientes sufridos por el pueblo congoleño y sus víctimas pierdan hasta el derecho de que se sepa la verdad.


@CongoActual


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