EL TESORO A CONSEGUIR
La zona minera de Rubaya, en la provincia de Kivu Norte, es conocida como la "capital mundial del coltán" y con toda razón: al menos un 15% de todo el coltán del planeta se encuentra en su subsuelo. Pero además guarda importantes reservas de casiterita -de la que se extrae el estaño-, manganeso y turmalina. Más allá de eso y de las 3.000 hectáreas, que ocupa, todo lo demás resulta inconcreto en Rubaya. El método de extracción artesanal mueve a diario a miles de mineros artesanos -entre 3.000 y 10.000 o más- que socavan la tierra con innumerables pozos en los que los accidentes no son la excepción y creando una imagen de inmenso hormiguero que desde las alturas muestra unas manchas de tierra pelada entre el verde característico de la región. Entre comisiones e impuestos, su actual "dueño" el M-23, ingresaba, según el informe de expertos de la ONU de finales de 2024, unos 800.000 dólares al mes.
El M-23 controla la zona minera de Rubaya desde el 30 de junio de 2024 y desde entonces, bien en largas columnas de motocicletas o de camiones, el coltán ha ido saliendo con dirección a Ruanda, donde ha sido mezclado con mineral ruandés contaminando la cadena de suministro y lanzando al "país de las mil colinas" a ser el mayor exportador mundial de coltán pese a sus escasas reservas.
EL MAYOR ASPIRANTE A CONTROLAR ESE TESORO
Gentry Thomas Beach es un inversor tejano, que comenzó como banquero de inversión en Morgan Stanley y ha sido gestor de carteras. Es presidente de White-Bridge Global -especializada en minería, petróleo, gas e inmuebles-, cofundador de Highground Holdings -que invierte en casi todo, incluído defensa y sanidad- y Valence Chemicals -productos químicos-. También es cofundador y presidente de America First Global.
Es muy significativo lo que esta empresa dice de sí misma:
Nuestra misión
Durante demasiado tiempo, Estados Unidos ha estado ausente del mundo en desarrollo, dejando un vacío que rápidamente ha sido llenado por competidores como China. Si bien las empresas estadounidenses se han centrado tradicionalmente en el interior debido a la enorme cantidad de oportunidades que ofrece el mercado nacional, ha llegado el momento de reafirmar la presencia estadounidense a nivel global. America First Global moviliza, gestiona e invierte miles de millones de dólares en capital estadounidense, desplegando estratégicamente la inversión en múltiples países y regiones clave del mundo para consolidar la posición de Estados Unidos como potencia económica y geopolítica preeminente del mundo.
A nivel más personal, Gentry Beach es íntimo amigo del hijo de Trump. Donald Trump Jr. con el que estudió en la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania y con el que ha compartido algunos negocios y algunas polémicas. Su amistad incluye que cada uno sea padrino de un hijo del otro. Respecto al actual presidente de los EEUU, Gentry Beach fue un activo partidario del candidato Trump en la campaña electoral de 2016 y, sobre todo, un eficaz captador de donaciones para esa campaña, especialmente en Texas. Ya con Trump investido formó parte de la Fundación Opening Day junto a Donald Jr. y Erik Trump y el hijo del multimillonario Tom Hicks. Esta fundación ofertaba por un millón de dólares la posibilidad de ser recibido por el nuevo presidente de EEUU el 21 de enero de 2017 y hacerse fotografías con él. El evento fue desbaratado por las denuncias realizadas por el Centro para la Integridad Pública.
COBRO DE FAVORES, RACISMO Y NUEVOS NEGOCIOS CON LA VUELTA DE TRUMP
La relación de Gentry Beach con Donald Trump Jr. le ha deparado oportunidades y algún disgusto. Respecto a esto último, se encuentra un intercambio de correos electrónicos en los que Beach no quedó a la zaga respecto al racismo de su gran amigo ya que cuando Donald Jr. se quejaba de que un amigo suyo alentaba a los mexicanos a llegar a EEUU y a no aprender inglés, Gentry Beach le respondía: "voy a poner {a mi hijo} en la frontera con un montón de munición". Pero la estrecha relación con el hijo de Trump, directa o indirectamente, le han ofrecido a Beach posibilidades difíciles de conseguir.
Al negocio de Beach no le venía nada bien las sanciones de EEUU contra Venezuela ya que pretendía abrir negocios millonarios con empresas norteamericanas en el país gobernado por Nicolás Maduro. Por ello elaboró un plan para frenar esas sanciones y se reunió en 2017 con altos funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional para impulsarlo. Si tan complicado acceso se lo facilitó Donald Jr. -que lo niega- o simplemente aprovechó sus buenas relaciones con los Trump, es algo que no está claro pero sí que estaba dispuesto a que se alterara la política exterior de su país para beneficio propio. Con las mismas intenciones llegó a participar en un almuerzo privado con el Secretario de Interior, junto a donantes republicanos, entre los que había numerosos empresarios petrolíferos.
El nuevo mandato de Trump ha puesto rápidamente a Beach a trabajar en esos negocios internacionales para engrandecer su país y diez días después de que el presidente fuera investido llegó a Pakistán con un equipo de inversores, presentándose como "socio" de Trump y representando a la ya citada White-Bridge Global. Además de prometer miles de millones de dólares en inversiones, Beach firmó un acuerdo con Apex Energy para desarrollar la explotación de oro aluvial en un yacimiento de reciente descubrimiento, sin dejar la posibilidad de una explotación conjunta de los llamados "minerales críticos". Con las mismas viajó después de Bangladesh, en este caso representando a otra de sus empresas, Highground Holdings, con el objetivo puesto en minerales y energía.
Poco tardó en volver Gentry Beach a Pakistán, esta vez formando parte del grupo Asesores de Trump para Activos Digitales, consiguiendo un giro radical del país respecto a su posición ante el negocio de las criptomonedas. Incansable, en abril visitó Turquía y su empresa White Bridge Global firmó un acuerdo con la turca Tera Holding para establecer una empresa conjunta en Dubái, que invertiría en infraestructura digital, energía, petróleo, minería y banca.
GENTRY BEACH Y EL CONGO
Pero Gentry Beach no descansa y ha sido Financial Times quien ha puesto el foco sobre él relacionándolo con la mayor zona minera de coltán del mundo, Rubaya, en la RDC.
Un aliado de Donald Trump busca apoderarse de una mina en la República Democrática del Congo mientras EE. UU. negocia un acuerdo de paz
era el titular del prestigioso diario económico el mismo día que en Washington la RDC y Ruanda, con la mediación del Secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, firmaban un acuerdo de paz.
American Firts Global, de Gentry Beach, y la suiza Mercuria ("Uno de los principales grupos independientes de energía y materias primas del mundo", según ellos mismos), junto a la congoleña Sociedad Aurifère du Kivu et du Maniema (SAKIMA, de propiedad pública) formarían el equipo que gestionaría la explotación de la mina de Rubaya. El Congo ya ha sido objetivo de Beach en 2004, cuando invirtió en la canadiense Katanga Mining -hoy propiedad de la suiza Glencore- y posteriormente, junto al jugador congoleño de la NBA Dikembee Mutombo en 2021, cuando ambos se reunieron con el presidente congoleño Felix Tshisekedi y, por su cuenta, con el embajador norteamericano, que le abrió los brazos para invertir en la RDC.
Pero Gentry Beach no aspiraría a ese lucrativo negocio solo por su buen hacer empresarial y hay quien lo sitúa junto al enviado especial de Trump para la RDC y los Grandes Lagos, Massad Boulos -padre de un yerno del presidente- como responsables de las negociaciones del acuerdo firmado el 27 de junio entre la RDC y Ruanda en Washington.
Cuando Estados Unidos intervino, quisieron enmarcar su enfoque para un acuerdo de paz de forma diferente a como lo habían hecho en el pasado
recogía en su artículo Financial Times de una fuente anónima relacionada con este acuerdo. Pero, ¿cuál es la realidad dentro de tan buenas intenciones y qué futuro tienen?
LAS VERDADERAS INTENCIONES Y EL POSIBLE FRACASO
Estados Unidos se ha involucrado deprisa y ha obtenido rápidos compromisos -al menos sobre el papel- mientras otros procesos de paz languidecían -Luanda y Nairobi- y a espensas de otro proceso "joven" con otro mediador entusiasta -y seguramente interesado en más cosas- el de Doha con la mediación de Qatar. Un análisis del acuerddo de Washington, indudablemente uno de los pocos pasos importantes hacia cierta paz en los últimos tiempos, desmonta cualquier celebración que se pueda hacer sobre él, siempre y cuando nos limitemos a los objetivos de paz de los firmantes y no a distintos intereses de cada uno de ellos -el presidente Tshisekedi, Donald Trump, Ruanda, el M-23...-
La idea de invertir cientos o miles de millones en la RDC desde EEUU buscaría, en teoría, llevar un progreso y un desarrollo económico a la zona que acabara con los grupos armados y las diferentes guerras. Pero precisamente la riqueza de la zona es la que ha creado, alimenta y ha atraído a grupos armados y países vecinos depredadores, que no van a desperdiciar toda esa nueva riqueza que puede aparecer en torno a lugares como Rubaya.
¿Y de dónde saldría la financiación para esa nueva y diferente minería que se ha citado por parte de participantes en el proceso de paz? Se apunta, dadas las grandes sumas necesarias, a la participación de un organismo creado por Trump en su anterior presidencia para facilitar préstamos para operaciones de empresas norteamericanas, la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos (DFC). Paralelo a esto, la administración Trump ha dado duros golpes a organismos comprometidos con la ayuda al desarrollo: la Corporación Reto del Milenio, creada en 2004 por el Congreso, ha visto reducido su presupuesto en un 77% y la USAID -agencia gubernamental de ayuda humanitaria y cooperación internacional- ha suspendido sus ayudas, creando situaciones dramáticas para millones de personas y dejando entrever que si estas ayudas vuelven será a cambio de compromisos políticos de los países beneficiarios.
Más allá de esto sería interesante preguntar a Gentry Beach y al propio Donald Trump cómo pretenden explotar la mina de Rubaya cuando esta explotación se realiza básicamente de manera artesanal -siendo fundamental para la supervivencia de miles de familias que solo conocen este tipo de minería- y estando su control en manos del M-23, con la que obtiene buena parte de sus ingresos y que ya advirtió que "no se movería ni un metro" de los territorios que ocupa si bien su valedor, Ruanda, es otro gran beneficiado económico de estos acuerdos de paz, pues el coltán de Rubaya pasaría por sus manos -como ya ocurre- pero podría ser procesado en la fundición que se está construyendo.
Por último, tantas buenas intenciones hacia la RDC y su pueblo, chocan con el reciente informe del Banco Mundial de 29 de julio en el que afirma que en la RDC el crecimiento no afecta a los pobres (73% de la población) sino a la grandes multinacionales, gracias a un entramado de exenciones fiscales.
ESTO ES SOLO UN CAPÍTULO
El interés de EEUU por los minerales congoleños no ha surgido con la llegada de Trump al poder. A una contribución ya anunciada de varios miles de millones de dólares a la construcción del corredor de Lobito -a través del que se sacaría mineral congoleño hacia el Atlántico en detrimento de China-, Joe Biden comprometió 600 millones más en su visita a Angola a finales de 2024, hasta sumar cuatro mil. Es una necesidad de EEUU, como cualquier otra gran potencia, acaparar todos los minerales "estratégicos" posibles en lo que parece una carrera final por el poder mundial e incluso la supervivencia.
Felix A. Tshisekedi utilizó hábilmente estos minerales para implicar a EEUU en el conflicto del Este en el que lleva todas las de perder. Frente al improbable apoyo militar norteamericano, directo o indirecto, en el conflicto, o una presión diplomática directa sobre Ruanda, consiguió estos "juegos a tres bandas" -que incluyen un acuerdo EEUU-RDC sobre minerales, ya firmado y de contenido no concretado- con unas irrealizables concesiones a la paz y un fuerte desarrollo de negocios que parecen satisfacer a Tshisekedi en su imagen -si no en algo más-, y a Trump, Kagame y el M-23, si bien no ha variado un ápice hasta ahora la terrible situación de millones de congoleños y congoleñas.
En toda esta historia, Gentry Beach y Rubaya no son más que un capítulo. El primero comenzó hace varios meses, con la fuerte aparición de KoBold Metals -con Gates y Bezos detrás- en la explotación de litio y se estaría formando el tercero con la explotación de gas en el lago Kivu -algo extremadamente peligroso, por otra parte- por la norteamericana Symbion Power LLC, que prepara 700 millones para esta inversión.
Por si quedaba alguna duda de por dónde van "los tiros" -casi literalmente-, el Senado norteamericano, a través de su Comisión de Comercio, dejaba claro hace un par de semanas lo que buscan en la RDC y África:
Estamos en crisis, y no hay suficientes personas que la reconozcan. Exige acción. Conocemos el papel estratégico de estos materiales. Creo que Estados Unidos se está quedando atrás en esta competencia global y no está ejerciendo fuerza, poder ni enfoque
declaraba un senador demócrata miembro de la comisión. Del pueblo congoleño o de la gente de África, ni palabra... Seguiremos investigando e informando.
@CongoActual
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