El observador del Congo pretende, de una manera más reposada, amena... y humana, resumir lo acontecido cada trimestre, ofrecer a quien le interese un fresco de la RDC vista desde España a través de las noticias que, sobre todo, medios, profesionales, organizaciones y personas del Congo nos cuentan a través de la pantalla del ordenador.
Hechas las presentaciones... comenzamos a mirar desde septiembre a noviembre, tres meses intensos, enloquecedores, a veces, de noticias que, finalmente, no son más que las cosas que le pasa a la gente congoleña, lo malo y lo bueno que forma sus vidas.
Empezamos con una buena noticia, conscientes de todas las malas que vendrían: el final de la epidemia de sarampión que ha costado la vida a unas 7.000 personas, la mayoría niños... lo que no evita que siga habiendo casos de sarampión en RDC.
El ginecólogo y Premio Nobel de la Paz, Denis Mukwege no tardó en sufrir las consecuencias de su petición pública de que, siguiendo el informe Mapping de la ONU, se investigarán los crímenes ocurridos en el Congo entre 1993 y 2003: las amenazas contra él y su hospital fueron de tal calibre que provocaron una reacción popular e internacional que llevó a que los cascos azules protegieran su trabajo en el Hospital Panzi. Para complicar más la situación, el embajador de Ruanda en Kinshasa, Vincent Karega, publicó un tuit exculpando a su país de lo ocurrido en uno de aquellos crímenes, la matanza de Kasika, lo que provocó protestas populares y peticiones de expulsión.
Los accidentes en la minería artesanal no son infrecuentes pero el de Kamituga, a mediados de septiembre, enterró para siempre a varias decenas de excavadores en tres pozos de la minería del oro por un corrimiento de tierras.
Por supuesto, y desgraciadamente, la violencia no falta ni un sólo día en las noticias de la RDC. Aunque el Este y las provincias de los Kivus e Ituri protagonizan la mayoría de ellas, no tienen la exclusiva y dos, situadas en Kinshasa y Lubumbashi, respectivamente, saltaron de forma impresionante.
Pero sí, la palma de la violencia se la lleva el Este congoleño y es difícil encontrar un solo día sin que haya noticias de ataques a aldeas, de civiles muertos a machetazos en sus propias viviendas, de descubrimientos de masacres... A las ADF ugandesas se les adjudica el mayor número de estas acciones, con decenas de ataques, robos, incendios de viviendas y asesinatos, extremadamente crueles en muchos casos. Quizá el más espantoso sea el descubierto en el mismísimo Parque Nacional de Virunga: 29 cadáveres de personas asesinadas a sangre fría. La milicia lendu CODECO, especialmente su facción contraria al proceso de paz, el Ejército de Liberación Congoleño (ALC) es el segundo protagonista en cuanto a violencia en el Este, aunque otros muchos grupos han hecho de las suyas, incluso con sangrientos enfrentamientos internos, como el NDC/Renove fracturado en otros dos grupos.
Si bien es cierto que se anunció un acuerdo de paz en el que participaban decenas de grupos, que ha habido algunas entregas de armas, la realidad es un continuo goteo de crímenes contra la población civil, enfrentamientos con el Ejército e, incluso, surgimiento de nuevos grupos armados.
Esta violencia depara a su vez otra terrible noticia, frecuente en los medios congoleños: los miles y miles de desplazados que provoca, en la mayoría de los casos viviendo en situaciones dramáticas en cuanto a alimentos e, incluso, acceso a agua potable.
Otro foco de tensión en estos meses, con apariciones frecuentes en la actualidad es la situación de las cárceles, con graves casos de desnutrición, que incluso han provocado muertes, paliada, en parte, por la ayuda de los propios familiares de presos u organizaciones humanitarias, y de seguridad, con frecuentes fugas aunque, la más destacada, no vino tanto por la ausencia de guardias como por el ataque orquestado por las ADF ugandesas: unos 1.300 internos se fugaron de la prisión de Beni tras un ataque de esta milicia.
El repaso diario a las noticias de la RDC no deja duda de que en esta situación de violencia, pobreza, enfermedades, etc. las mujeres y niñas se llevan la peor parte. Periódicamente aparecen noticias sobre violaciones, el riesgo o la desatención de la maternidad, los embarazos no deseados, los abortos perseguidos e inseguros, los matrimonios precoces que truncan vidas, su mayor exposición a enfermedades por malas condiciones de higiene...
La libertad de expresión y de prensa también aparece golpeada con frecuencia en el día a día de la RDC, con detenciones o amenazas a periodistas e, incluso, cantantes. El caso que más nos ha llamado la atención en estos tres meses es el de Rozenn Kalafulo, cuya vida corre peligro... simplemente por hacer una pregunta al presidente Tshisekedi sobre los chanchullos de jefes del Ejército que deberían dedicar todos sus esfuerzos a la lucha contra los grupos armados del Este.
Dos personajes de la vida congoleña han retornado al país en estos meses: Thomas Lubanga, líder miliciano, tras cumplir su condena de 14 años impuesta por el Tribunal Penal Internacional, defendiendo ahora la paz en el Congo, y Moise Katumbi, líder opositor y exgobernador de Katanga, llegado entre la aclamación de miles de personas. Otro, que no se había ido, se quedará para el resto de su vida en el país, entre rejas: Ntabo Ntaberi dit Cheka, que fuera líder del NDC y condenado hace unos días a cadena perpetua por sus crímenes de guerra.
Y, aunque sean minoría, también hay buenas noticias: mujeres escritoras que se asocian y muestran su trabajo, reporteras infantiles que influyen en sus barrios, festivales de cine que, pese a todo, se siguen celebrando, campañas para erradicar la polio o combatir otras epidemias, mujeres que acceden a puestos relevantes en la judicatura o la empresa privada... Encontramos también historias personales impresionantes que nos hacen entender porqué este pueblo sigue adelante, como la de Françoise Sabuni Chikunda, que ha transformado su tragedia personal en ayuda a otras mujeres, o Esther Lukalu, víctima de un matrimonio precoz que retoma sus estudios 45 años después. Y para combatir el pesimismo que dan las malas noticias, siempre podemos echar mano de las "monerías" que capta con su cámara Mathieu Shamavu, guarda del Parque Nacional de Virunga, habitado por civilizados gorilas.
¿Y de política no hablamos? Pues poco, en cuanto ésta es más bien politiqueo, luchas de poder... Sin duda todo ello afecta también al pueblo congoleño pero preferimos centrarnos en lo que atañe a sus vidas cotidianas sin dejar de mirar los intentos de Joseph Kabila por volver al poder, la "union sacrée" que propugna el presidente Tshisekedi, la sempiterna crisis política, la sempiterna corrupción política...
Y sí, podríamos seguir muchas líneas más con muchas otras noticias de estos tres meses: secuestros -incluidos trabajadores humanitarios-, inundaciones, desnutrición, deforestación... pero no queremos alargar más este primer El observador del Congo. Eso sí, decir, para acabar, que informar a diario sobre la actualidad de la RDC no es fácil y que, pese a que las noticias entran por una pantalla y muchas veces parecen sólo fríos números, no podemos obviar que lo que contamos es real y lo sufren las personas en sus carnes, literalmente. Algunas imágenes que de vez en cuando se encuentran, duelen por su crueldad, también. Pero, como acabamos de ver, es un país vivo e hirviendo con un sinfín de noticias que nuestro mundo, que recibe sin rechistar los recursos y riquezas congoleñas, obvia, ignora o aparta y, modestamente, nos hemos propuesto cambiar ese estado.
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