Sylvano Kasongo se distingue por estar, literalmente, al cabo de la calle, realizar su trabajo liderando a sus hombres a cualquier hora y cualquier día. En octubre pasado, sin ir más lejos, no le importó cortar la comitiva de dos ministros, que circulaban con todos sus vehículos en sentido contrario por un carril de Kinshasa. Tuvieron que parar y aparcar a un lado, ante la satisfacción de muchos ciudadanos.
El duro toque de queda para prevenir una segunda oleada de COVID-19 -de 9 de la noche a 5 de la mañana- le ha hecho intervenir personalmente, muchas veces con cámaras de por medio, y ha deparado imágenes curiosas y hasta divertidas y mostrar que aplica la Ley sin contemplaciones. La celebración de una boda incumpliéndolo hizo pasar a la pareja de novios su noche nupcial en los calabozos. Quizá la imagen más singular ocurrió en Nochebuena cuando, vestido de civil -¿antes o después de la cena familiar?- Sylvano Kasongo desmanteló los festejos de un numeroso grupo de vecinos.
Hace pocos días veíamos cómo paraba coches que incumplían las normas de circulación y hacía pagar la culpa a los conductores "incívicos" obligándoles a hacer flexiones y esta misma semana, de nuevo vestido de civil, camuflado en un microbus, "cazaba" a sus propios agentes que abusaban de su autoridad y acababan detenidos, trasladados en un vehículo policial, mientras la gente festejaba que los hubieran librado de policías corruptos.
Es Sylvano Kasongo, con su figura oronda y su mascarilla a punto siempre de resbalar de la nariz.
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