domingo, 27 de julio de 2025

Uganda, el discreto depredador que se está comiendo el Congo

El Congo es ese país al que todo el que puede le roba y saquea. Cada cual con su estilo: de manera sangrienta, a través de terceros, sin violencia ni injerencias e, incluso, por invitación. Ruanda aparece siempre como el malo de esta película, juntando violencia y desestabilización y sembrando miseria, pero un poco más arriba, discreto, incluso con el marchamo de amigo, Uganda es un voraz depredador que, incluso, está invadiendo el Congo sin que se entere nadie.

Si buscamos en los grandes medios en cuanto a relación actual entre la República Democrática del Congo (RDC) y Uganda lo que más fácilmente podremos encontrar es la colaboración que desde hace unos años mantienen sus ejércitos con el noble objetivo de combatir a las ADF (Fuerzas Democráticas Aliadas), un grupo armado musulmán ugandés que hace ya mucho vive emboscado en las selvas del Este congoleño donde realiza sus principales acciones, siempre sanguinarias y brutales. Pero si profundizamos un poco encontraremos dos cosas: que esa "colaboración" para acabar con semejantes asesinos no es como parece y que Uganda está llevando a cabo muchas otras acciones con el único objetivo de conseguir beneficios a costa del pueblo congoleño. Pero empecemos por esa colaboración.

LA OPERACIÓN SHUJAA

El 9 de diciembre de 2021 la RDC y Uganda firmaron un acuerdo de cooperación militar. Además de tener como objetivo la "neutralización" de las ADF, aquel acuerdo apuntaba también a restos del LRA (Ejército de Resistencia del Señor, una sanguinaria milicia ugandesa, en este caso cristiana, venida a menos y también emboscada en el Este congoleño) y... antiguos miembros del M-23, que había abandonado la lucha en 2013. Pero también podía afectar a "proyectos integradores en materia de infraestructura e iniciativas económicas". El acuerdo rubricaba hechos consumados: la presencia desde hacía años de un millar de militares ugandeses en esa región congoleña. Este acuerdo fue renovado el pasado 23 de junio.

No cabe duda de que las ADF han sufrido graves pérdidas en todo este tiempo y que han tenido que mover muchos de sus campamentos -otros han sido destruidos- y su área de actuación, que decenas de civiles han sido liberados en operaciones congoleñas-ugandesas... aunque sus matanzas y secuestros siguen siendo habituales. Pero, ¿pretendía realmente Uganda acabar con las ADF que apenas la molesta en su propio territorio?

Es innegable que los ugandeses han atacado a las ADF, un grupo extremadamente letal para la población civil. Varios de sus comandantes han sido asesinados desde 2021, y sus capacidades se han visto mermadas. Sin embargo, estas operaciones priorizaron las zonas fronterizas y las carreteras principales en rehabilitación, lo que permitió a Uganda prevenir posibles represalias en su territorio y promover el comercio. Esta estrategia ha beneficiado a las comunidades de estas zonas, así como a la actividad económica. Sin embargo, las ADF se han retirado aún más de la frontera, como en el noroeste del territorio de Lubero, donde han continuado cometiendo masacres sin encontrar resistencia real

escribía  Pierre Boisselet, director del área de violencia del congoleño Instituto de Investigación Ebuteli.

Más que acabar con las ADF, las Fuerzas de Defensa del Pueblo de Uganda (UPDF), el Ejército ugandés, pretendería con esta colaboración con el Ejército congoleño alejar a los rebeldes de sus fronteras, tanto para evitar posibles ataques, como para proteger las reservas petrolíferas que explotará junto a TotalEnergies y la china CNOOC en su propio territorio y, ya en el congoleño, las carreteras Mpondwe-Kasindi-Beni y Bunagana-Goma, que está construyendo Dott Services, empresa radicada en Kampala y que son fundamentales para el beneficioso comercio de Uganda con esa parte del Congo. De igual manera, sus recientes choques con la milicia CODECO, de etnia lendu -a la que, entre el 19 y el 20 de marzo, aseguraron haber causado 242 muertes-, consecuencia de la expansión territorial ugandesa en el Congo, no sería tanto para proteger a sus "hermanos" hema -a los que masacran los milicianos de CODECO-, como proteger sus explotaciones de gas en el lago Alberto.

UN POCO DE HISTORIA: UGANDA EN LAS GUERRAS CONGOLEÑAS

La primera guerra del Congo (octubre 1996-mayo 1997) comenzó con la invasión del Este congoleño por la oposición armada congoleña y el Ejército ruandés con la intención -que consiguieron- de derrocar la dictadura de más de treinta años de Mobutu. Uganda entró en esa guerra más de un mes después, precisamente -no se olvide mas adelante este dato- por una incursión tras un ataque de las ADF desde el Congo. Ya en el terreno, se quedaron, apoyando a la Alianza de Fuerzas Democráticas de Liberación congoleñas y a las fuerzas ruandesas. Otro dato que conviene guardar para lo que dentro de unos párrafos contaremos es que Uganda negó reiteradamente su participación en la guerra.

Derrocado Mobutu y puesto en el poder Laurent Kabila, sustentado por el régimen ruandés de Paul Kagame, los militares ugandeses que quedaron en territorio congoleño descubrieron las grandes posibilidades que había de robar, en general, y poco después, de saquear los recursos mineros congoleños. No tardó en comenzar la segunda guerra, conocida como Guerra Mundial Africana, con el objetivo ruandés de derrocar a Kabila. De nuevo la presencia de las ADF sirvió para que Uganda pusiera en el terreno a 15.000 hombres y avanzara unos mil kilómetros hasta conquistar la ciudad congoleña de Kisangani. Más poder, más fuerzas en el terreno, más territorio conquistado significaron mayor robo y saqueo, mayores ingresos para oficiales, soldados y la propia Uganda, en un reparto de territorio con Ruanda, lo que no evitó que ambos ejércitos se enfrentaran a muerte en Kisangani, enfrentamiento que pagó sobre todo la población civil congoleña, además de apoyar a poderosos grupos armados, como el MLC del actual ministro congoleño Jean Pierre Bemba, o el RCD, pro ruandés que acabó partiéndose en dos, con la facción ugandesa.

Años después del 2003 en que acabó aquella devastadora guerra sin igual, el gobierno congoleño reclamó a Uganda más de 11.000 millones de dólares por daños de guerra y el 9 de febrero de 2022 la Corte Internacional de Justicia condenó a Uganda a Indemnizar con 325 millones al Congo: 225 por la pérdida de vidas, 40 por daños a la propiedad y 60 por daños a los recursos naturales.

El Tribunal considera que la evidencia obrante en el expediente sugiere que el número de muertes por las que Uganda debe reparaciones oscila entre aproximadamente 10.000 y 15.000 personas

indicó la presidenta del Tribunal, Joan Donoghue.

¿ESTÁ REPITIÉNDOSE, SILENCIOSAMENTE, LA MISMA HISTORIA?

Hemos visto que las acciones de las ADF justificaron la entrada de Uganda en las dos guerras congoleñas y que su actual presencia y colaboración en la provincias congoleñas de Ituri y Kivu Norte -en el territorio de Lubero- viene dada también por operaciones contras las incombustibles ADF. Pero después de varios años de colaboración más o menos leal con el Ejército congoleño, el ugandés ha realizado movimientos por su cuenta con los que ha aumentado significativamente su presencia en territorio congoleño. Y aquí, la "excusa" es su lucha contra la sanguinaria milicia lendu de CODECO.

Hagamos, de nuevo y por un momento, un poco de Historia para recordar que durante la Guerra Mundial Africana, el Ejército ugandés también se enfrentó a grupos armados de etnia lendu en colaboración con grupos armados de la etnia hema, como la UPC de Thomas Lubanga -un nombre que pronto se repetirá-. En ocasiones atacó conjuntamente con estas milicias aldeas de etnia lendu. El grupo de expertos de la ONU, en su reciente informe, también denuncia los ataques de los soldados ugandeses contra aldeas y posiciones civiles de la etnia lendu, en concreto el bombardeo, con destrucción de viviendas civiles, de la aldea de Ar’r. Desde que comenzó el año las fuerzas ugandesas han duplicado su número en el Este congoleño, sin ninguna autorización congoleña, y, en cuanto a las tropas que penetraron en RDC en febrero y marzo y se asentaron en la ciudad de Bunia, Estos "abusos" en la colaboración ugandesa-congoleña han quedado admitidos formalmente, como hechos consumados, en la renovación de la colaboración entre ambos países de la que antes hablábamos.

El aumento de la presencia de soldados ugandeses en la RDC -que llega en la actualidad hasta 6.000- ha tenido muy diversas consecuencias: su establecimiento cerca de la ciudad de Fataki en marzo ante las actividades de CODECO, llevaron a Uganda a acabar controlando la carretera nacional RN27, fundamental en el comercio entre la provincia congoleña de Ituri y la propia Uganda. La presencia del Ejército ugandés ha llevado, ciertamente, seguridad a muchas poblaciones congoleñas, dándose el caso de protestas ciudadanas ante la partida de fuerzas ugandesas, como la ocurrida  a principios de abril en Butembo, cuando la población temió que la marcha de los ugandeses significaría la toma de la ciudad por el M-23. Pero también ha llenado de temor, justificado como hemos visto, a las poblaciones y aldeas habitadas por personas de la etnia lendu.

Uganda también ha buscado aliados entre los congoleños para proteger sus intereses. Que Thomas Lubanga, del que antes hablábamos, antiguo líder miliciano hema que pasó catorce años en prisión por condena de la Corte Penal Internacional, haya vuelto a la lucha armada está relacionado con ello, y los sangrientos choques de su nuevo grupo armado -fundado en Kampala- con el mismísimo Ejército congoleño, con el que los ugandeses colaboran, tienen mucho que ver con el gas que guarda el lago Alberto. Citando el informe de expertos de la ONU, el 7 de julio actualite.cd publicaba:

Uganda ha condicionado su apoyo y suministros al movimiento político-militar de Thomas Lubanga, la Convención para la Revolución Popular/Fuerza para la Revolución Popular (CRP/FRP), al control de zonas estratégicas cerca del lago Alberto (Ituri)

Al frente del Ejército ugandés se encuentra Muhoozi Kainerugaba, hijo de Yoweri Museveni, presidente de Uganda desde 1986. Kainerugaba es un auténtico bravucón con incontinencia verbal -que ya le ha costado hasta algún problema conyugal-. Entre sus bravuconadas están amenazar a la ciudad de Kisangani, que podría tomar fácilmente según él, asegurar que, de haberlo querido, Kinshasa estaría en sus manos, insultar al gobernador militar congoleño de Ituri -con quien tiene que colaborar- y amenazar con arrestarlo, manifestar su deseo de matar a 10.000 rebeldes de CODECO y un largo étcetera con lo que crea un ambiente de violencia e inseguridad tanto para el pueblo como para sus socios congoleños. Sus fuerzas han llegado a desplegarse en zonas que ya cubren los cascos azules de la Misión para el Congo -MONUSCO- dificultando los trabajos de la fuerza de paz. En junio pasado puso también el foco sobre las milicias de wazalendos que apoyan al Ejército congoleño, acusándolos de atacar Uganda -algo que no ha podido demostrar- y dando pie a otra "excusa" para moverse dentro de la RDC.

"¡Los Wazalendo son sin duda una fuerza negativa! Estoy convencido de que las fuerzas conjuntas de las UPDF y las FARDC los atacarán dondequiera que los encontremos. A menos que sean lo suficientemente inteligentes como para rendirse"

manifestó en su activa cuenta de X.

JUEGOS DE FUERZA Y PODER EN LA REGIÓN DE LOS GRANDES LAGOS

Aunque en "la película congoleña" Ruanda es el malo, estamos viendo que Uganda no necesita que le enseñen nada. Tampoco en el contrabando de minerales congoleños y en blanquear minerales de conflicto. El informe de expertos de la ONU de julio del año pasado señalaba que Kampala era una ruta para el tráfico ilegal del oro que se sacaba de la RDC ante la debilidad de sus controles fronterizos. Los propios servicios de seguridad congoleños reconocían que cientos de rutas desde el territorio de Mahagi servían para que el oro llegara Uganda sin que ellos pudieran hacer nada. Allí el oro toma el camino habitual hacia los Emiratos Árabes con el marchamo de oro ugandés, comercializado por grandes empresas ugandesas que se lo compran a contrabandistas.

El oro extraído en los territorios de Djugu y Mahagi se transportaba a Kampala a través de los cruces fronterizos de Aru y Mahagi, así como por la carretera Butembo-Kasindi. El oro era adquirido, en particular, por compradores ugandeses que operaban almacenes de oro en la ciudad fronteriza de Arua. La afluencia de oro de contrabando desde Ituri a Kampala infló significativamente las cifras de refinación y exportación de oro de Uganda. El Grupo observa que, por lo tanto, gran parte del oro refinado y exportado en Uganda no era apto para el comercio.

transcribía actualite.cd del último informe del Grupo de Expertos de la ONU sobre RDC publicado a principios de este mes de julio.

En definitiva la región de los Grandes Lagos vive una carrera, que no excluye la violencia para que cada uno de los países que la integran exhiba su fortaleza y se adelante a los demás en la obtención de recursos naturales, vías de transporte, dominio de los mercados propios y vecinos y un largo etcétera en el que la RDC no solo está en la cola -pese a ser el mayor en tamaño y población- sino que nutre los avances de países como Ruanda o Uganda -no voluntariamente, como es obvio-. Mantener desestabilizada permanentemente a la República Democrática del Congo es fundamental para evitar un poderoso rival y disponer de recursos para esa lucha. El M-23 está siendo fundamental en esa desestabilización y, aunque apadrinado permanentemente por Ruanda, la actitud de Uganda, pese a lo errático, ha tenido también mucho que ver en sus avances.

Hace más de un año los expertos de la ONU sobre RDC y en sucesivos informes no dejaban duda de que por activa y por pasiva, Uganda estaba ayudando al M-23. En primer lugar dejando a sus fuerzas, y a las ruandesas, moverse libremente por territorio ugandés, tanto con tropas como con material de combate. El M-23 también ha recibido apoyo de oficiales ugandeses y de la Inteligencia Militar ugandesa e, incluso, militares ugandeses han estado presentes en territorios congoleños ocupados por el M-23. De la misma manera existen relatos de la participación de instructores ugandeses en campos de formación militar del M-23 e, incluso, la existencia de estos campos en Uganda. Líderes del M-23, como en la parte política Corneille Nangaa, y en la militar su jefe supremo, Sultani Makenga, también han vivido en o visitado Kampala sin ningún inconveniente.

Pero una cosa es alimentar al M-23 para que dañe y desestabilice el poder militar congoleño -insistimos, con el que el Ejército ugandés colabora- y obtenga territorios y minas para los rebeldes y Ruanda en dirección al sur y otra es que el M-23 y Ruanda -en realidad un competidor, y hasta enemigo, de Uganda- haga lo mismo en zonas fronterizas con Uganda donde el régimen de Yoweri Museveni contrabandea o explota el comercio congoleño y crea líneas de transporte.

De esta manera, la presencia miliar ugandesa, en principio para perseguir a las ADF y después enfrentar a CODECO, se ha duplicado, como hemos visto, para frenar el ascenso hacia el norte del M-23 que si no, seguramente, hubiera ocupado zonas y ciudades del territorio de Lubero -y ricas minas de oro y casiterita- e incluso amenazado la provincia congoleña de Ituri, donde con mas presencia están desplegadas las fuerzas ugandesas. 

El despliegue de las FDPU (Uganda) cerca de las posiciones de la AFC/M23, unido a la alineación pública del Jefe de las Fuerzas de Defensa de las FDPU con la FDR, suscitaron dudas sobre los verdaderos objetivos de Uganda.

se lee en el último informe de 3 de julio del grupo de expertos de la ONU sobre la RDC.

Con todo ello no es aventurado pensar que existe un acuerdo para repartirse los territorios y las riquezas congoleñas como históricamente han hecho ambos países en sus invasiones y saqueos del Congo. Por otra parte, con este creciente despliegue militar en la RDC Uganda demuestra su fuerza ante los otros países de los Grandes Lagos.

UGANDA YA NO DISIMULA SU DESPRECIO HACIA LA RDC EN UN CAMINO QUE PARECE IRREVERSIBLE

En colaboración con el Ejército congoleño o actuando por su cuenta, el Ejército ugandés ya campea por el Este congoleño y desde la propia Uganda, actúa sin importarle si incomoda a su puntual socio con tal de sacar más provecho del gran mercado que el Congo supone para los ugandeses. La última muestra ha sido la apertura de la frontera el 10 de julio con Bunagana. 

Bunagana está al otro lado de la frontera con RDC y está ocupada por el M-23 ininterrumpidamente desde el 13 de junio de 2022 siendo, de hecho, la capital de los rebeldes. Uganda, que tiene un filón en el comercio con el Este congoleño, legal e ilegal, pretende seguir explotándolo comerciando con los rebeldes del M-23, lo que beneficiará tanto al grupo armado como a Uganda. Que el M-23 sea uno de los peores enemigos de sus socios congoleños en la lucha contra las ADF poco importa. Las protestas congoleñas y la petición de explicaciones al gobierno ugandés de poco han servido.

La Historia se repite y Uganda ya controla unos 400 km2 de territorio congoleño y parece dispuesto a todo lo que le represente beneficios, en un pacto de no agresión con el otro invasor, Ruanda, y amparándose en la discreción, el foco mediático sobre el régimen ruandés y el M-23 y la debilidad del gobierno y el Ejército congoleño. El pueblo congoleño sigue a expensas de sus despiadados vecinos, abandonado por sus autoridades y perjudicado por la insensibilidad internacional.

CongoActual
 






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