domingo, 8 de diciembre de 2024

Los genes congoleños que no lo son

Tenemos una amplia colección de prejuicios sobre África y el Congo y las personas que lo habitan, de tal manera que podría parecer que sus gentes nacen con una serie de genes exclusivos que los hacen ser peores que quienes vivimos más al norte. Veamos.



Gen caótico

Hace unas semanas recibíamos un artículo publicado por el corresponsal en África del diario La Razón Alfonso Masoliver, pero nos llegaba por cauces diferentes a los habituales. El artículo hablaba de la intención por parte del Ministerio de Justicia congoleño de liberar presos para aliviar la explosiva saturación de las cárceles congoleñas. La medida, en principio, pretendía liberar a 7.000 presos de diversas prisiones y empezó por poner en la calle a 1.685 internos de la prisión de Makala en Kinshasa.

Quienes enviaban el artículo lo hacían aterrados porque esos presos liberados se plantaran en cualquier momento en España -como si de coger un autobús y pasar unas horas en él se tratara- y buscaban echar combustible a la creciente hoguera de odio hacia emigrantes y refugiados pobres. Más allá de la ignorancia y la maldad que pudiera abonar esa difusión de un artículo perfectamente elaborado con la única finalidad de informar, en la línea habitual del periodista, para muchas personas simplemente podía quedar en una muestra mas de la desastrosa gestión que los congoleños hacen -extensible a toda África- de la Justicia, la Administración... Cárceles abarrotadas y con presos en condiciones inhumanas y la única solución era ¡soltar presos, dejarlos en libertad sin más! Nada nuevo para el prejuicio del desastre que son los países africanos, en este caso el Congo, como si sus habitantes portaran un gen que los hace desorganizados, informales, caóticos...

La liberación de 1.685 presos en Kinshasa que citaba ocurrió a finales de septiembre. Pocos días antes el gobierno británico, ante la saturación de sus cárceles, había liberado a 1.700 presos -en octubre liberó a 1.100 más-. No podía haber mayor similitud entre la manera de intentar solucionar el mismo problema aplicado por un país africano con unas décadas de independencia y varias menos de democracia y una antiquísima democracia europea provista de un sólido sistema judicial.

No había tal gen congoleño ni africano. Al contrario, bastante han hecho los congoleños después de que los colonizadores belgas se ocuparan de que no pudieran estudiar o avanzar en la vida más allá de ser oficinistas o sargentos.

Gen corrupto 

No hay ninguna duda de que en la RDC la corrupción está presente de forma asfixiante y que es una de las causas principales que lastra su desarrollo. Gran parte de sus inmensos recursos naturales son malvendidos -o regalados a veces- gracias a políticos y funcionarios que se llevan una mordida en millonarias operaciones. Es dinero que falta para que el pueblo congoleño salga de su miseria y de su sufrimiento. No hay duda. A ello se podría añadir la corrupción de militares, soldados, pequeños funcionarios... abusando de su poder de diferentes maneras para obtener ingresos muchas veces miserables pero que alivian situaciones cercanas a la pobreza.

El congoleño corrupto... ¿nace o se hace? Empecemos por recordar lo que en asuntos de corrupción se olvida siempre y en todos los casos: en la corrupción siempre hay dos partes igualmente culpables, el que recibe y el que da. Unos no pueden vivir sin los otros y nunca sabremos en cual de los dos empieza. Porque los congoleños no nacen siendo corruptos, por mucho que entren en la corrupción que han fomentado desde siempre grandes empresas extranjeras -desde la UMHK en tiempos de la independencia al gigante suizo de la minería Glencore en la actualidad, por citar algunos ejemplos-.

Efectivamente en la RDC hay muchos políticos corruptos... ¿tantos como, por ejemplo, en España (casos Gürtel, Flick, 3 per cent, Acuamed, Alonsotegi Eraikiz, ERE Andalucía, etc. etc. etc.)? ¿Y la policía, dónde es más corrupta? (detención del jefe de la unidad de la policía contra la delincuencia económica con veinte millones por sobornos, 8 de noviembre). ¿Qué empresas pagan más sobornos, las congoleñas o las españolas? ("Andorra acredita que FCC pagó 6,5 millones en sobornos para conseguir obras en Latinoamérica", El País, 19 de octubre, "Multa de 85 millones a Telefónica en Estados Unidos por sobornos al Gobierno venezolano", El País, 9 de noviembre). ¿Y los militares congoleños, esos que venden armas al enemigo o utilizan su poder para realizar explotaciones ilegales de minerales, son una casta especial que se cría con los calores tropicales o se parecen mucho a sus colegas ucranianos que en plena invasión de su país se apropian de millones recibidos como ayuda militar o para la compra de armamento?

Podríamos seguir pero, con todos los matices que se quieran -tantos como se pueden aplicar a las diferentes realidades socioeconómicas de unos países y otros- no hay duda de que el ADN congoleño no contiene ningún gen corrupto que no aparezca en el ADN de cualquier ser humano.

Gen violador

Tampoco cabe duda, las mujeres y niñas congoleñas enfrentan cada día el riesgo de ser violadas, hasta, como solemos repetir, puede existir una relación directa entre problemas en el suministro de agua y violaciones -una niña que tiene que ir más lejos para conseguir agua queda más expuesta a estos depredadores-. Mujeres que viven en tiendas cochambrosas en campos de desplazados, niñas que buscan leña, mujeres trabajando en el campo, en el propio hogar... Los violadores congoleños tienen un sinfín de ocasiones y la impunidad que a veces le da la Justicia de un país extremadamente patriarcal o la casi total seguridad de que la víctima callará, para no quedar estigmatizada o hasta ser expulsada de su hogar por un marido avergonzado.

El Este congoleño o alguna de sus ciudades han sido calificados más de una vez como "capital mundial de la violación". ¿Debe de ser, entonces, que los hombres congoleños nacen con un gen que les impulsa a violar a mujeres y niñas siempre que pueden? Quizá lo comparten con las decenas de hombres franceses y "normales" que, en completa impunidad, pudieron violar a una mujer, Gisèle Pelicot, porque su marido la ofreció durante años a todo aquel que quisiera tras narcotizarla, como se está juzgando en estos días. 

Es difícil de calcular el número de violaciones que ocurren en la RDC cada año pero sí existen cálculos aproximados, según las denuncias -que siempre son muchas menos que el total de las ocurridas-, en España: más de 5.000 violaciones al año -denunciadas, insistimos- y más de 20.000 agresiones sexuales... Casi tres millones de mujeres han sufrido violencia sexual en nuestro país. Parece ser que no es cuestión de genes, sino de otra cosa, el que las mujeres y niñas sean violadas en cualquier parte del mundo.

Gen salvaje

Nos lo han dicho muchas veces y lo hemos oído muchas más: los negros son todos unos salvajes, están siempre matándose entre ellos, no tienen solución... Muchas veces esas afirmaciones se apoyan en el sinfín de guerras que consumen África y la RDC, muchas se prolongan desde hace años o conllevan una terrible violencia, especialmente contra los civiles y poblaciones indefensas. Esto no se puede negar. Lo que más sorprende es que esas afirmaciones partan de habitantes de países que han vivido, antes o después, guerras civiles tan atroces o más que las que ocurren en África, o pertenecen a un continente donde se han vivido sangrientos episodios bélicos como la Guerra de los treinta años, la Guerra de los cien años, por citar algunos ejemplos, o han sido el teatro principal de las mayores catástrofes bélicas que ha conocido la Humanidad, como las dos guerras mundiales.

Y sí, África suma una terrible colección de genocidios -el tutsi en Ruanda quizá es el más famoso- pero no superan al genocidio judío que lideró la Alemania nazi o al genocidio armenio que llevó a cabo Turquía. Y si estos nos parecen lejanos, como si ya nos hubiéramos civilizado, vemos que en cuanto surge la ocasión, nadie nos puede dar lecciones de genocidios o masacres -Srebrenica, en la antigua Yugoslavia o Gaza, en estos mismos momentos-. Por no hablar de los genocidios cometidos en las diferentes colonizaciones.

Si descendemos a lo cotidiano, a lo que pasa en ciudades, pueblos o barrios, deberíamos tener en cuenta muchas cuestiones socioeconómicas antes de iniciar comparaciones -la violencia, el "salvajismo", se acentúa cuando se pasa hambre o no se tiene ni techo para resguardar a la familia- y también las guerras activas o postguerras que los sacuden pero también que sociedades de todo el mundo en puestos mucho más altos en las clasificaciones de desarrollo o bienestar e, incluso, sociedades "acomodadas" registran niveles de violencia similares o superiores a la de los "salvajes" africanos. El mero hecho de ver la luz por primera vez en África no hace a nadie más violento o salvaje.

                                                  ..................................

No hay genes congoleños que predispongan a ser corrupto, violento, caótico o violador, y para dar lecciones hay que tener antes la casa propia bien limpia. Las circunstancias hacen al individuo y el individuo crea las circunstancias. Éstas, también, descubren héroes o monstruos y si queremos juzgar tenemos que estar dispuestos a ser juzgados. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

El M-23 al descubierto por los expertos de la ONU

El reciente informe del grupo de expertos sobre la República Democrática del Congo (RDC), 162 páginas dirigidas al Consejo de Seguridad de l...