jueves, 10 de octubre de 2024

Que nadie se confunda: China no está en el Congo para ayudar

Muchas personas suelen ser benevolentes ante la presencia de China -y al decir China queremos decir su gobierno, empresas chinas o intermediarios o negociantes chinos a título individual- en el Congo y la explotación de sus recursos mientras se muestran muy críticas con multinacionales o gobiernos de antiguos colonizadores de África u occidentales en general -y de la misma manera, otras echan la culpa principal del saqueo del Congo a China.

Si nos atenemos a los hechos y la realidad, ambas percepciones son incorrectas, por lo que echaremos mano de varios ejemplos para que nadie se piense que China no es un país más que busca obtener grandes beneficios a costa de los recursos congoleños y de su pueblo.

EL CONTRATO DEL SIGLO

Es obvio que a China no se le puede hacer ningún reproche como participante en la colonización y saqueo de África, episodio vergonzoso y vergonzante para muchos países europeos. China no fue potencia colonizadora mientras los europeos tomaban el continente a sangre y fuego. Tampoco se conoce que China, en el período poscolonial iniciado en los años sesenta, haya utilizado la fuerza militar, ni propia ni subrogada, para conseguir sus objetivos económicos en África.

El denominado Contrato del siglo firmado por China con la República Democratica del Congo (RDC) cuando la presidía Joseph Kabila en 2008 podría parecer una prueba de las buenas intenciones de China al explotar la riqueza natural congoleña... pero resultó un acuerdo en el que el pueblo congoleño se llevaba la peor parte. Este contrato en el que participaban diferentes empresas chinas venía a ser un trueque con el Estado congoleño que concedía la explotación minera a estas empresas a cambio de que le construyeran carreteras, hospitales, universidades, viviendas sociales y ferrocarriles. 

Además de financiar con préstamos de varios miles de millones de dólares la modernización de la minería congoleña, las empresas chinas se comprometían a construir 3.500 kilómetros de carreteras y un número similar de kilómetros de vía férrea, 31 hospitales y 145 centros de salud, lo que venía a suponer unos 6.000 millones de dólares, tras la limitación que impuso el FMI a una cantidad superior. ¡6.000 millones de dólares! Migajas ante lo que iba a conseguir la otra parte contratante, las empresas chinas, según iba a demostrar una investigación de la incansable Inspección General de Finanzas (IGF) congoleña en 2023.

¡76.000 millones de dólares! es lo que obtenía China con ese contrato a cambio de unos pocos miles de millones de dólares en infraestructuras para la RDC. Pese a ello, para 2022 la parte china no había invertido ni la mitad de la cantidad acordada para infraestructuras. Tan evidente era la injusticia del contrato firmado inicialmente que en enero de este año se firmó una revisión del importe dedicado a infraestructuras, carreteras principalmente, que pasaba de los 3.000 millones iniciales a 7.000, a razón de 324 millones de dólares anuales, además de otros cambios en la participación congoleña en empresas conjuntas y porcentaje de minerales que podía vender directamente.

ACTOR DESTACADO EN LA DEFORESTACIÓN DE LA SELVA CONGOLEÑA

Aunque, sin ir más lejos, Europa es un gran consumidor de madera congoleña obtenida ilegalmente, las empresas chinas tienen un papel fundamental en la deforestación del Congo saltándose las prohibiciones de la legislación congoleña o abusando de las autorizaciones que les conceden, no respetando diámetros de troncos ni territorios prohibidos -llegando a talar al lado mismo de las aldeas- o limitación de especies  o normas de seguridad, además de incumplir acuerdos de inversión, como la construcción de escuelas. Es frecuente encontrarse con denuncias de estos abusos por parte de la sociedad civil u organizaciones ecologistas. La última es de hace un mes cuando fue descubierto un barco con novecientos troncos talados por las empresas chinas COKIBAFODE y SCIFOR en bosques donde habían caducado sus autorizaciones de talas.

De manera más general China, uno de los grandes consumidores mundiales de madera, contribuye a esa deforestación y a ese tráfico ilegal de madera admitiendo las importaciones de madera que le llegan desde la RDC "sin hacer preguntas". A finales del año pasado la organización Global Witness denunciaba que, aunque "afirmó su intención de aplicar sus leyes contra la deforestación ilegal", China "todavía no prohíbe en la práctica la importación de madera talada ilegalmente".

LA EXPLOTACIÓN MINERA, SIN RESPETO AL MEDIO AMBIENTE NI A LOS DERECHOS HUMANOS

Las empresas mineras chinas demuestran una falta completa de respeto hacia la legislación minera congoleña, el medio ambiente o los derechos laborales más básicos y los derechos humanos. Así de sencillo. Siguiendo la actualidad congoleña no es extraño encontrar noticias que lo atestiguan, aunque más allá existen investigaciones que lo corroboran.

En 2013 Amnistía Internacional denunciaba los desplazamientos forzosos provocados por las mineras chinas, ante la sospechosa pasividad, cuando no complicidad, de las autoridades congoleñas, como el desplazamiento de 300 familias de Luisha  de terrenos de la china CIMCO, utilizándose sus propios camiones para el traslado. Este informe también documentaba otras prácticas habituales contra comunidades locales como la destrucción de caminos o problemas para el acceso al agua por su actividad minera, en este caso por la minera COMILU. Referido al período 2022-2023, Business & Human Rights Resource Center señalaba en una investigación a doce empresas chinas en RDC como responsables de abusos habituales contra los derechos humanos y el medio ambiente en cada una de las fases de la explotación minera -exploración, extracción y transformación-.

Además de las explotaciones de minería industrial -semejante a la que se practica en Europa-, intermediarios chinos y pequeños comerciantes controlan el comercio de la minería artesanal en zonas mineras de cobre y cobalto como las ríquisimas provincias de Alto Katanga y Lualaba donde los mineros artesanales, excavadores que se juegan la vida cada día y trabajan -como en muchos casos sus hijos y esposas- en un ambiente completamente tóxico, no tienen mas alternativa que vender el mineral que obtienen en pequeños puestos regentados por ciudadanos chinos que marcan tanto los precios como las calidades e, incluso, los pesos -frecuentemente trucados- en un monopolio que asfixia a los mineros.

Las empresas mineras chinas tampoco están al margen de la recurrente  corrupción que gobierna las relaciones económicas en RDC a todos los niveles. Un informe de la IGF de mayo de 2022 señalaba que la china TFM, que explota la riquísima mina de Tenke Fungurume -cuya puesta en explotación supuso la marcha forzada de cientos de familias a las que compensaron con 200 dólares a cada una-, no pagaba ningún tipo de regalías por la explotación, lo que le supuso un ahorro de 360 millones de dólares entre 2012 y 2020, una carísima gracia que, obviamente, no debe de haber sido concedida gratis.

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En definitiva, China, si bien no utiliza la violencia como otros países europeos o vecinos del Congo, participa del saqueo de sus recursos sin contemplaciones hacia su medio ambiente ni los derechos de sus habitantes, en proporción a su presencia en RDC, primando ante todo el beneficio que sus empresas o ciudadanos pueden obtener. Es justo remarcar, para quien achaca a China toda la culpa de las consecuencias de esa explotación, que, como fábrica del mundo, si bien gran parte de esos recursos se quedan en China para su consumo interior, muchos otros  alimentan y benefician a nuestras sociedades y nuestra economía.


@CongoActual


Publicado en kaosenlared el 10 de octubre de 2024

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