Hace unos meses, una joven fue asesinada en el pueblo de Penzele, cerca de mi casa en Lokolama. Esto provocó un ataque contra nosotros. Golpearon y arrestaron a 24 personas, entre ellas mujeres, niños y hombres. Todavía tengo cicatrices en el cuerpo.
Mi mujer y mis hijos fueron golpeados sin piedad junto a mí. Fue una experiencia horrible que no se la deseo a nadie. No sólo nos golpearon, sino que también nos quitaron nuestras pertenencias e incluso nos pidieron dinero. La brutalidad del ataque también empujó a decenas de personas a refugiarse en el bosque, temiendo por sus vidas, ya que no podían pagar el rescate completo necesario para liberar a los miembros de su grupo.